El Tantra me otorga un regalo: vivir la conciencia de la energía vivificante contenida en mi cuerpo. Amo más mi cuerpo. Viajo de la mente al cuerpo y del cuerpo al corazón. Salgo del pensamiento para reconocer el caudal de emociones que alberga mi cuerpo sentido. El tantra me permite experimentar la eliminación de los límites físicos. Tantra es masaje, es danza, es yoga, es meditación… y es activación de la visión, que pongo en práctica imaginando la luz dorada que recorre mi cuerpo durante el acto sexual. Una fiesta psíquica.
El ser humano es un milagro que fusiona en su interioridad: las fuerzas instintivas de la naturaleza; la vibración elevada del campo emocional en su corazón y la inspiración de las energías sutiles y espirituales. Conjugarlas dentro de uno mismo y unificarlas, es una experiencia única e integradora. La energía sexual me invita a desvelar dentro de mi, estos tres campos y sentirlos cooperando: la fuerza, la emoción y la conexión elevada. La Kundalini viajando a través de mi cuerpo, despierta esta posibilidad. Habito la sexualidad en un estado de espontaneidad, sin propósito. Le devuelvo la inocencia y abrazo la confianza. Mi energía sexual es poderosamente sabia. Me abro, por encima de todo, a sentir.