Luz y Origen

El buen sexo

Existe una teoría según la cual el buen sexo es el sexo espontáneo. El sexo así es maravilloso. El instinto debe tener la capacidad de poder expresarse de forma desinhibida y con todos los registros de naturalidad, fuerza y pasión. Pero solo es el inicio. La energía sexual desplegada, es energía. Cuando entiendes el extraordinario potencial que tiene esa energía, entonces miras más lejos. El tantra invita a incorporar conciencia a la sexualidad desinhibida.

Cuando no se hace, suele suceder que, con el tiempo, o bien sobreviene la rutina, el aburrimiento y una cierta sensación de insatisfacción final; o bien los aspectos de sombra que siempre arrastra la sexualidad terminan tomando el control, creando situaciones de incomodidad o conflicto, apagando, en el caso de muchas parejas, la energía sexual instintiva.

El viaje del tantra es el viaje desde el sexo espontáneo al sexo como ritual, que no aparca lo espontáneo, pero que elige atender este tiempo mágico que es el encuentro sexual, como un verdadero banquete de iniciación en el extraordinario camino de ascenso hacia lo más gozoso de uno mismo. El sexo ya no es una ocasión para tomar una oportunidad de gozo explosivo, sino un camino para estimular el propio ser y despertar el corazón.

Despega la gran nave espacial que alienta el sexo tántrico. Si entiendes que la unión sexual abre el potencial de establecer un viaje común como compañeros sanadores el uno del otro, de crear luz el uno dentro del otro, entonces la energía de la pasión sexual empieza a abrir los grandes canales de la intimidad sanadora, la de los orgasmos de valle, del corazón amoroso y de la contemplación extática. ¡Ahí es nada! Requiere que hagamos del sexo más que una “oportunidad cazada al vuelo” un espacio de intención y atención.

Hacer el amor de manera tántrica y consciente no viene de forma natural, debe aprenderse y los amantes deben practicarlo juntos desando crecer a través de él. Ambos son profesores y alumnos el uno para el otro. Hacer el amor es un arte. Compone una danza con un mayor grado de conciencia en el que se combinan los cinco sentidos físicos, y si vas más al fondo, los sentidos psíquicos y espirituales. Es la fiesta de la intimidad.